Preparación: Antes de comenzar, asegúrate de que tus uñas estén limpias y secas. Retira cualquier esmalte de uñas que puedas tener aplicado.
Selecciona la punta adecuada: Si tu pulidor tiene puntas intercambiables, elige la que desees usar según el efecto que quieras lograr. Por ejemplo, una punta para dar forma y limar, una para suavizar la superficie y otra para dar brillo.
Lima y da forma: Si tu pulidor tiene una punta específica para limar y dar forma, úsala para suavizar los bordes ásperos de tus uñas y para darles la forma deseada. Trabaja suavemente en una sola dirección para evitar dañar las uñas.
Suaviza la superficie: Si tu pulidor tiene una punta para suavizar la superficie, úsala para eliminar irregularidades y suavizar la textura de las uñas. Esto ayudará a que el esmalte se aplique de manera más uniforme.
Pule y da brillo: Si tu pulidor tiene una punta para pulir y dar brillo, úsala con movimientos suaves sobre la superficie de las uñas para hacerlas brillar. Este paso puede requerir un poco más de tiempo y paciencia para lograr el brillo deseado.
Cuidado de las cutículas: Algunos pulidores también tienen una punta especial para cuidar las cutículas. Si es así, puedes usarla suavemente para empujar las cutículas hacia atrás y mantenerlas limpias.
Finaliza y limpia: Una vez que hayas terminado de usar el pulidor, asegúrate de limpiarlo adecuadamente según las instrucciones del fabricante. Además, puedes lavarte las manos para eliminar cualquier residuo de uñas.
Recuerda que es importante utilizar el pulidor con cuidado y moderación para evitar dañar las uñas. No presiones demasiado fuerte y detente si sientes alguna incomodidad o sensibilidad en las uñas.
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